Con los últimos coletazos del
invierno y, en muchos casos, el inicio de las competiciones, en ocasiones los
deportistas sufren fuertes catarros, gripes y demás problemas agudos de salud.
Al respecto, la ciencia se pronuncia y en este post vamos a tratar de
simplificarlo resumiendo el documento de Consenso Científico sobre Inmunologíay ejercicio.
Desde hace unos años, la
inmunología en el ejercicio es una disciplina propia, con publicaciones
propias. Es un campo extenso que se comenzó a desarrollar en los 80s. Para ser
una rama joven, existe bastante bibliografía al respecto. Sin embargo, las posibilidades
metodológicas de un tema tan complejo sin bastante limitadas y las
conclusiones, en ocasiones, muy dispares.
Infecciones de la vía respiratoria (URI) y ejercicio.
Es causa común, pero con debate
abierto si los dolores de garganta son producidos por infecciones o es una respuesta
a los procesos inflamatorios producidos por el ejercicio. De hecho, se utiliza
tanto clínica como pruebas de laboratorio para determinarla, según el estudio.
Existe una reducción de los linfocitosis primeras 24h post
ejercicio (“ventana abierta”). La reducción de las células defensivas puede
durar desde horas hasta, incluso, una semana post ejercicio. Recientemente se ha
descrito que estas células no se destruyen, sino que son “guardadas” como
respuesta al aumento agudo de catecolaminas con el ejercicio. Con la reducción
de la secreción de mucosa y glándulas salivares, siendo este un posible
causante primario de las infecciones de vías respiratorias altas (URI).
Sin embargo, la más efectiva parece ser la
concentración salivar de Inmunoglobulin
A (IgA). Su concentración es inversamente proporcional a la carga del
ejercicio y a la aparición de infecciones, existiendo un punto de ejercicio
físico moderado en el que la URI es menor.
Recientes estudios demuestran que
en deportistas hay la misma prevalencia que en la población normal. Sin
embargo, en esta última está sujeta a épocas del año; mientras en deportistas
hay mayor prevalencia en las fases de tapering y postcompetición (momentos de
mayor estrés por entrenamiento).
Se da la circunstancia que, en
ocasiones, en la población deportista los Síntomas
en la Vía Respiratoria (URS) se dan asociadas a la existencia de algún
virus del grupo herpes, como por ejemplo el Virus Epsten Barr (EBV), o a
problemas de asma, alergias, etc. Pues un 30-40% de los casos pueden tener ese origen.
Resumiendo, podemos decir que es
un campo de estudio con todavía pocas certezas, pues no parece haber mayor
prevalencia en atletas, pero sí resulta curioso que cuando estos la tienen es
en momentos puntuales de máximo estrés de entrenamiento. También importante es
descartar la existencia de alguna patología previa.
Sistema Inmunológico y ejercicio.
El ejercicio físico agudo provoca
el aumento agudo de neutrófilos (una
de las muchas células defensivas) inducido, en primera instancia, por las
catecolaminas y, posteriormente, por el cortisol. También se encuentra ligado a
la respuesta de los Monocitos, sin embargo esto no se traduce en una influencia
directa en la prevención del daño en la membrana tisular, pero sí en la
estimulación de la fagocitosis, actividad anti tumoral.
Por último, existe extensa
literatura acerca de la influencia de las NK(linfocitos citolíticos naturales), un tipo de linfocito que es una de las
principales defensas ante infecciones. Estos son rápidamente activados con el
ejercicio, viéndose disminuidos en actividades de muy larga duración.
La mejor medida para la actividad
de la NK es su citotoxicidad celular (NKCC),
sufriendo esta aumentos de hasta un 100% ante esfuerzos intensos.
Mucosa y ejercicio.
Situada en intestino, tracto
urogenital, boca y cavidad nasal, la mucosa es un sistema defensivo complejo en
el que, como hemos dicho antes, se secreta la primera línea de ataque de nuestro
sistema inmune: Inmunoglobulin A (IgA).
Su secreción se ve limitada por deficiencias nutricionales, insuficiencia en el
sueño/descanso y, como hemos visto antes, períodos de alta exigencia de
entrenamiento. Incluso, hay estudios que muestran su alteración en ejercicios
>80%VO2Max; siendo, sin embargo, el ejercicio moderado (50-75% VO2Max) un
precursor para su secreción.
Así, una reducción en la IgA está
íntimamente ligada al aumento de URI
(Infección de vías respiratorias superiores).
Ejercicio y efectos antiinflamatorios.
Está más que demostrado que la
actividad física reduce el riesgo de padecer enfermedades como diabetes tipo 2,
aterosclerosis, cáncer, depresión, etc. Lo que no está del todo claro es si el
causante es la reducción de la grasa visceral, el efecto antiinflamatorio o la
combinación de ambas.
En este punto entra en juego la Interleukin-6 (IL-6), una glucoproteína
de actividad anti-inflamatoria que, a su vez, desempeña un papel esencial en el
metabolismo de los lípidos asociándose, además, a ambientes anabólicos. El
ejercicio activa una respuesta de IL-6 casi 100 veces por encima de los niveles
basales. Así, la actividad física tiene una respuesta antiinflamatoria aguda.
Cáncer y ejercicio.
Hay un absoluto consenso
científico acerca de que el ejercicio es uno de los mejores métodos preventivos
del cáncer. Desde los antiinflamatorios antes mencionados hasta la regulación
de la apoptosis (muerte celular programada), reduciendo la prevalencia de esta
enfermedad en más de un 60%.
En conclusión.
Ejercicio agudo de alta
intensidad puede reducir sistema inmunológico 15-25%.
Por tanto, “la virtud es el punto
medio entre dos excesos”, así parece que mientras la actividad física moderada
es un perfecto reforzador del sistema inmunológico, el exceso de actividad
física puede llegar a provocar daño tisular asociado a una respuesta
inflamatoria excesiva, efecto análogo a una sepsis. Es por ello que para un
deportista, la alimentación, el descanso y, si fuese necesaria, una
suplementación adecuada se tornan vitales; de lo contrario se puede echar por
tierra el duro trabajo de muchos meses.