Sistema Inmune y ejercicio (1/2)

Con los últimos coletazos del invierno y, en muchos casos, el inicio de las competiciones, en ocasiones los deportistas sufren fuertes catarros, gripes y demás problemas agudos de salud. Al respecto, la ciencia se pronuncia y en este post vamos a tratar de simplificarlo resumiendo el documento de Consenso Científico sobre Inmunologíay ejercicio.
Desde hace unos años, la inmunología en el ejercicio es una disciplina propia, con publicaciones propias. Es un campo extenso que se comenzó a desarrollar en los 80s. Para ser una rama joven, existe bastante bibliografía al respecto. Sin embargo, las posibilidades metodológicas de un tema tan complejo sin bastante limitadas y las conclusiones, en ocasiones, muy dispares.

 Infecciones de la vía respiratoria (URI) y ejercicio.

Es causa común, pero con debate abierto si los dolores de garganta son producidos por infecciones o es una respuesta a los procesos inflamatorios producidos por el ejercicio. De hecho, se utiliza tanto clínica como pruebas de laboratorio para determinarla, según el estudio.

Existe una reducción de los linfocitosis primeras 24h post ejercicio (“ventana abierta”). La reducción de las células defensivas puede durar desde horas hasta, incluso, una semana post ejercicio. Recientemente se ha descrito que estas células no se destruyen, sino que son “guardadas” como respuesta al aumento agudo de catecolaminas con el ejercicio. Con la reducción de la secreción de mucosa y glándulas salivares, siendo este un posible causante primario de las infecciones de vías respiratorias altas (URI).
 Sin embargo, la más efectiva parece ser la concentración salivar de Inmunoglobulin A (IgA). Su concentración es inversamente proporcional a la carga del ejercicio y a la aparición de infecciones, existiendo un punto de ejercicio físico moderado en el que la URI es menor.


Recientes estudios demuestran que en deportistas hay la misma prevalencia que en la población normal. Sin embargo, en esta última está sujeta a épocas del año; mientras en deportistas hay mayor prevalencia en las fases de tapering y postcompetición (momentos de mayor estrés por entrenamiento).

Se da la circunstancia que, en ocasiones, en la población deportista los Síntomas en la Vía Respiratoria (URS) se dan asociadas a la existencia de algún virus del grupo herpes, como por ejemplo el Virus Epsten Barr (EBV), o a problemas de asma, alergias, etc. Pues un 30-40% de los casos pueden tener ese origen.
Resumiendo, podemos decir que es un campo de estudio con todavía pocas certezas, pues no parece haber mayor prevalencia en atletas, pero sí resulta curioso que cuando estos la tienen es en momentos puntuales de máximo estrés de entrenamiento. También importante es descartar la existencia de alguna patología previa.

Sistema Inmunológico y ejercicio.

El ejercicio físico agudo provoca el aumento agudo de neutrófilos (una de las muchas células defensivas) inducido, en primera instancia, por las catecolaminas y, posteriormente, por el cortisol. También se encuentra ligado a la respuesta de los Monocitos, sin embargo esto no se traduce en una influencia directa en la prevención del daño en la membrana tisular, pero sí en la estimulación de la fagocitosis, actividad anti tumoral.

Por último, existe extensa literatura acerca de la influencia de las NK(linfocitos citolíticos naturales), un tipo de linfocito que es una de las principales defensas ante infecciones. Estos son rápidamente activados con el ejercicio, viéndose disminuidos en actividades de muy larga duración.
La mejor medida para la actividad de la NK es su citotoxicidad celular (NKCC), sufriendo esta aumentos de hasta un 100% ante esfuerzos intensos.

Mucosa y ejercicio.

Situada en intestino, tracto urogenital, boca y cavidad nasal, la mucosa es un sistema defensivo complejo en el que, como hemos dicho antes, se secreta la primera línea de ataque de nuestro sistema inmune: Inmunoglobulin A (IgA). Su secreción se ve limitada por deficiencias nutricionales, insuficiencia en el sueño/descanso y, como hemos visto antes, períodos de alta exigencia de entrenamiento. Incluso, hay estudios que muestran su alteración en ejercicios >80%VO2Max; siendo, sin embargo, el ejercicio moderado (50-75% VO2Max) un precursor para su secreción.

Así, una reducción en la IgA está íntimamente ligada al aumento de URI (Infección de vías respiratorias superiores).

Ejercicio y efectos antiinflamatorios.

Está más que demostrado que la actividad física reduce el riesgo de padecer enfermedades como diabetes tipo 2, aterosclerosis, cáncer, depresión, etc. Lo que no está del todo claro es si el causante es la reducción de la grasa visceral, el efecto antiinflamatorio o la combinación de ambas.
En este punto entra en juego la Interleukin-6 (IL-6), una glucoproteína de actividad anti-inflamatoria que, a su vez, desempeña un papel esencial en el metabolismo de los lípidos asociándose, además, a ambientes anabólicos. El ejercicio activa una respuesta de IL-6 casi 100 veces por encima de los niveles basales. Así, la actividad física tiene una respuesta antiinflamatoria aguda.

Cáncer y ejercicio.

Hay un absoluto consenso científico acerca de que el ejercicio es uno de los mejores métodos preventivos del cáncer. Desde los antiinflamatorios antes mencionados hasta la regulación de la apoptosis (muerte celular programada), reduciendo la prevalencia de esta enfermedad en más de un 60%.

En conclusión.

Ejercicio agudo de alta intensidad puede reducir sistema inmunológico 15-25%.

Por tanto, “la virtud es el punto medio entre dos excesos”, así parece que mientras la actividad física moderada es un perfecto reforzador del sistema inmunológico, el exceso de actividad física puede llegar a provocar daño tisular asociado a una respuesta inflamatoria excesiva, efecto análogo a una sepsis. Es por ello que para un deportista, la alimentación, el descanso y, si fuese necesaria, una suplementación adecuada se tornan vitales; de lo contrario se puede echar por tierra el duro trabajo de muchos meses.